Deseo compartir una pequeña reflexión luego de haber transitado con Alejandra el Curso Virtual de Crianza Respetuosa y Alternativas para Aprender en Libertad.

Soy Trabajadora Social, fiel seguidora de Paulo Freire y llevo como estandarte la creencia de que para que haya verdadero aprendizaje, el conocimiento teórico debe pasar por la experiencia, por el cuerpo, por las vivencias.

Ese punto donde se encuentran los saberes académicos y los saberes populares, hoy en este contexto y transitando esta capacitación, es para mí la maternidad.

Quiero rescatar la coherencia teórica en el programa del curso facilitado por Alejandra, la cual nos introduce en la función del adulto en la educación, los y las niños de hoy junto a sus nuevas necesidades, la educación holística, la naturaleza y el arte, la aproximación a las metodologías  alternativas como Montessori, Waldorf, Reggio Emilia, Sistema Amara Berri, entre otras y la modalidad de educación en casa. Destacando también la importancia del contenido brindado en relación al vínculo entre madre e hijo/a y la función del padre.

Es en este último ítem donde quiero detenerme y compartir un humilde aporte desde mis sentires. He llegado al Curso buscando herramientas como madre, como doula y como trabajadora social. Soy una eterna aprendiz, cuyo contenidos en esta capacitación me han invitado a interpelarme en esos tres roles, que se construyen, deconstruyen y retroalimentan constantemente.

Antes de ser madre, soy hija. Aprendí de alguna manera a oficiar como madre observando a la mía. Decidiendo qué cosas deseaba repetir y cuáles no. Aunque no es tan sencillo ni romántico aplicar la frase “sé la madre que necesitaste cuando eras niña”. Hay pilotos automáticos que se activan sin que podamos contar hasta 10. Soy una convencida de que gran parte de nuestros esfuerzos para sostener una crianza respetuosa radican en la sanación de nuestra niña interior, en la sanación de nuestro linaje materno y paterno, en la honra a nuestros ancestros.

Por otro lado, como Trabajadora Social formándome en Educación Sexual Integral, insisto en que otra herramienta importante al hablar de Crianza Respetuosa es la deconstrucción de los modelos de familia hegemónicos. Hablar de roles merece un cuestionamiento que, como bien plantea Alejandra en el contenido del curso, nos aproxime a pensar la paternidad en sus funciones básicas de apoyo y protección, la apertura al mundo externo de los hijos/as y la contribución al desarrollo del pensamiento, la inteligencia y el aprendizaje, rescatando lo fundamental del rol de contención y apoyo amoroso hacia la madre que está maternando. ¿Pero qué sucede en aquellas familias no hegemónicas? ¿Quién apoya y contiene a las madres solteras? ¿Si el padre de familia no cuenta aún con los recursos para ejercer una paternidad consciente, qué pasa con esa mamá? ¿Existen políticas públicas que apoyen la crianza respetuosa desde una perspectiva de género?

Soy madre de un niño de 5 años. Separada. Toda la carga mental y emocional de la crianza recae en mayor porcentaje, en mí. He atravesado aislamientos una y otra vez, incluso el padecimiento del covid-19, sola con mi hijo en casa.

Cuestionaré hasta el cansancio, esa antigua división sexual del trabajo que ubica al hombre como proveedor económico del hogar y a la mujer, como madre y ama de casa. Porque aunque hemos avanzado en innumerables conquistas en materia de derechos, aún persisten los resabios de una cultura patriarcal donde nos sorprendemos gratamente cuando es el padre quien cambia un pañal y nos horrorizamos cuando una madre afirma padecer su maternidad.

No es mi intención aportar conocimiento ni un juicio de opinión. Sí lo es, compartir las reflexiones que se me han presentado como crisis durante el curso.

¿De qué madres y padres estamos hablando? ¿Cómo sostener una crianza respetuosa y en libertad, si no hemos sido mapaternados de esa forma? ¿Cómo conciliar un estilo de crianza con el otro progenitor sin que eso afecte la estabilidad emocional de nuestros niños? ¿Existen leyes que acompañen a madres y padres para que puedan ejercer una maternidad y paternidad respetuosa?

No me gusta la palabra víctima, pero he sufrido la violencia institucional de una cesárea no humanizada cuando mi hijo nació. Y puedo asegurar, como madre y doula, que aún hoy intento reparar la inseguridad emocional que como secuela nos ha dejado esa experiencia a mí y a mi niño. He padecido la violencia judicial cuando tras mi separación no pude en los primeros años conciliar un acuerdo legal que tenga en cuenta la importancia del rol materno y paterno por igual.

En tiempos donde se promueve la Crianza Respetuosa como ideal, en tiempos donde yo misma me pongo metas como madre, celebro haber transitado este espacio que me ha permitido interpelarme.

Gracias Alejandra.

Guadalupe Amaya

Lic. en Trabajo Social

Doula

Facilitadora de Círculos de Mujeres

Hija

Madre

.* Guadalupe ha realizado el Curso Virtual «Crianza respetuosa y alternativas para aprender en libertad». El escrito forma parte de su tránsito por dicho curso, como expresión de su propia experiencia y como respuesta a la propuesta realizada al finalizar la cursada.